En el decálogo de HUGES se define MOTIVACIÓN como DESEO INTRÍNSECO QUE IMPULSA A REALIZAR UNA ACTIVIDAD Y CONSEGUIR UN RESULTADO.
La motivación resulta imprescindible para cumplir con los fines de una humanización de la gestión. Para una adecuada y correcta motivación se requieren dos elementos:
– Interés concreto en el resultado propuesto
– Convencimiento de la posibilidad cierta de conseguirlo.
En muchas ocasiones coloquialmente se confunde la motivación con la estimulación, pero esta es externa y por tanto menos firme.
Al margen de las motivaciones básicas que comprenderían supervivencia, seguridad o incluso status, en el liderazgo empático tiene una decisiva importancia el reconocimiento profesional que cualquier gestor debería pretender para cumplir con sus deseos intrinsecos, es decir, con la realización competente de sus funciones teniendo muy presente la forma de hacerlo, con una gestión humanizada y eficiente.
Y, desde luego, se precisa una autosatisfacción, que consistirá en sentirse realizado poniendo en práctica este tipo de gestión, sintiéndose bien cuando las actividades del equipo buscan esa humanización que haga sentir óptimamente a los profeionales y a través de ellos a los pacientes y usuarios.
La motivación está presente en todas las facetas del comportamiento humano. No puede, por tanto, estar ajena a la gestión humanizada, es consustancial a la misma.
Del adecuado estudio de ese fenómeno humano de gran trascendencia para el individuo y la sociedad podremos obtener resultados que permitan comprender y orientar en su caso la conducta de individuos y equipos.