Enfermera con casi treinta años de experiencia en el ámbito asistencial.
Actualmente y desde hace casi once años en la unidad de Reanimación Cardíaca del Hospital Clínico Universitario de Valladolid.
Soy vocal de la Asociación Nacional de Enfermería para la Innovación y el Desarrollo http://www.enfermerinnova.es/
Pertenezco a AccióN Enfermera; Asociación por una organización colegial de Enfermería transparente.
Y ante todo soy una persona que cuida de personas, con cuerda para rato y que cree en que #otraformaesposible. Hemos de hacernos lo que somos.
¿Qué es para Ud. la humanización?
Trabajo en el Hospital Clínico Universitario de Valladolid, como enfermero en la unidad de Reanimación Cardíaca.
Cuido de PERSONAS que luchan sin cuartel para una vez fuera del hospital empezar una “nueva vida”.
Su ejemplo mientras se aferran a la vida con una titánica lucha es digno de encomio.
Nos animan a todos los profesionales a dar lo mejor de nosotros en busca de su bienestar.
Por su fortaleza, son un ejemplo para tener muy presente en el que nos demuestran que todos necesitamos de todos –pacientes y profesionales-; que todos aprendemos.
Todos somos personas que necesitamos de personas, ya seamos profesionales de la salud o pacientes. No podemos vivir con etiquetas en esta vida, porque todos somos pacientes en algún momento de nuestras vidas. Necesitamos el conocimiento de todas las partes, necesitamos unos de otros.
Y es al hilo de estas lecciones de vida que nos dan nuestros pacientes donde yo hago una defensa de la HUMANIZACIÓN y bienestar en el cuidado de los pacientes.
DÉJENME seguir creyendo en que otra forma es posible entre TODAS las PERSONAS que cuidamos de PERSONAS. Voy por la vida como enfermera intentado no hacer daño a nadie. Pido perdón por no traerlo TODO de serie y en lo que me falta -TANTO- tener que APRENDER a humanizar en mis cuidados.
¿Acaso soy peor enfermera porque APRENDO a MEJORAR y garantizar el confort del paciente, tanto en el aspecto físico, como el psicológico, el espiritual y el ambiental? Yo si no hago no digo. (… a las que ya las viene de serie pues muy bien por ellas).
¿Acaso por APRENDER cada día y CREER en que mi manera de cuidar esté centrada en las PERSONAS y en la que las EMOCIONES no estén metidas en un armario, soy peor enfermera?
¿Acaso por intentar ser FELIZ -a veces lo consigo- y ver como cambian los equipos cuándo se logra, así como haber pasado a la ACCIÓN con EMOCIONES y CONDUCTAS que he decidido contagiar, soy peor enfermera?
Acaso, DÉJENME ser así.
¿Tiene alguna experiencia personal en el mundo de la humanización de la sanidad?
Algunos entendemos la ‘H’ del cuidado que prestamos cada día como una responsabilidad con nosotros y con las personas que cuidamos: es hacer bien las cosas. Comunicarnos de forma correcta. Ponernos en el lugar del “otro”. Tratar a las personas con respeto.
No entiendo el cuidado sino es humanizado, tenemos que aprender a crear contextos más agradables y dar un papel más activo a pacientes y familias; priorizando la comunicación (verbal y no verbal) como intervención terapéutica con un incalculable valor.
Y si bien lo “practico” así, en las últimas semanas tengo motivos más que de sobra para decir que hay situaciones desmoralizadoras… ¡No por eso dejaré de alzar la voz!
Estamos deshumanizados… Algo estamos haciendo muy mal en la sanidad. ¿Que porqué a algunos se nos cae el alma a los pies viendo lo que vemos y oímos? A los hechos me remito sobre lo que es y nunca debería ser, con lo que llamo el “decálogo deshumanizador” y que parece no desterremos nunca. Que bien podría resumir en:
1.- No presentarse. La cercanía es el primer paso, para ello hay que presentarse al paciente, en este sentido es importante recordar el nombre del enfermo y tratarle como persona, no como un número.
2.- No mirar a la persona a los ojos. En cambio, si hablamos de forma segura, con un tono de voz adecuado a la situación y mirando a los ojos a la persona que cuidamos estamos transmitiendo una seguridad y cercanía que el paciente nos agradecerá.
3.- Comunicarse con lenguaje incomprensible. Explicar, describir de la forma más adecuada para que el paciente entienda lo que le están diciendo, utilizando un lenguaje comprensible huyendo de tecnicismos. Hay que cerciorarse de que el paciente lo ha comprendido.
4.- Llamar al paciente por el número de la habitación que ocupa. Este pequeño detalle de llamar a las personas por su nombre provoca un efecto psicológico muy gratificante. Nos hace sentir importantes y valorados, establece un puente de confianza y vuelve a las personas más receptivas.
5.- En la toma de decisiones, el paciente no tiene la palabra. Los beneficios de una relación horizontal en la que el paciente pueda manifestar su interés y preferencias por lo que afecta a su salud y de ese modo pueda participar en las decisiones que se tomen al respecto, son manifiestos.
6.- Es una desgracia olvidar sonreír. La sonrisa es innata. Lo que estamos aprendiendo para la desgracia de nuestra profesión es olvidar a sonreír. La sonrisa es la llave maestra para las cerraduras oxidadas que tanto nos cuesta abrir en todos los niveles de nuestro desempeño diario.
7.- Piel con piel, ¿y eso qué es? Coger de la mano a un paciente no sólo ayuda a aliviar parte de su sufrimiento sino que además permite sincronizar la respiración o el ritmo cardíaco.
8.- Nos olvidamos de respetar su dignidad (opiniones). La dignidad del paciente se explica por su valor como ser racional que tiene libertad para escoger entre alternativas vitales. El ser humano doliente tiene que ser tratado con dignidad, respetado en la toma de decisiones.
9.- Hola, adiós, perdón, gracias… Palabras en el olvido. Mi amigo Joan C. March habla del PGP, (perdón, gracias, por favor) tres palabras mágicas… una herramienta imprescindible para mejorar la comunicación.
10.- ¿Para qué respetar este bien tan preciado como es la intimidad?
La intimidad es uno de los aspectos más necesarios y menos cuidados en la asistencia sanitaria. El paciente posiblemente se ve sometido a una constante agresión de la integridad de sus valores.
Enumerado este decálogo “deshumanizador”, decir que ¡no todos somos iguales!
¿Cómo humanizaría el mundo de la gestión?
Quienes nos gestionan lo tienen tan fácil para humanizar como tratar a las personas como personas; saber escuchar, ser amables.
Ecuación sencilla, ¿no?: Trato bien a las personas a las que gestiono = profesional contento vs. persona/profesional que a buen seguro ofrece un mayor rendimiento en su quehacer diario.
¿Opina que los valores y la ética van de la mano a la hora de re-humanizar la organización?
Indudablemente.
Debería ser en el “delicado” ámbito sanitario donde la ética cobre un especial valor; concretamente en la conducta del gestor sanitario quien se enfrenta en su labor diaria a numerosos dilemas al tratar de conjugar eficiencia; justicia y equidad.
¿Dónde debe iniciarse la humanización?
En el día a día. Utilizando el lenguaje universal del corazón, poniendo más atención en “el otro”, conectando con él con escucha activa y presencia plena; será entonces el mejor de los cuidados, la mejor de las medicinas que podamos dar y recibir.
Aunque es bien cierto que no se pueden poner puertas al campo, y todo aquel que no comparta esta otra forma de hacer las cosas, que no entienda esta bendita locura; quizás lo comprenda cuando esté del otro lado, cuando sea usuario del sistema.
¿Conoce a algún personaje histórico que fuera humanizador?
Por supuesto que hay otros muchos y no sé si es el caso, pero acabo de leer un extenso artículo que narraba la vida de D. José Mújica, quien fuera presidente de Uruguay hasta el 1 de marzo de 2015.
Y a mí me sirve y viene a colación a esta pregunta como verdadero ejemplo de “personaje humanizador”; pues nadie mejor que él encarna al personaje-persona que se pone en lugar del otro.
Por su experiencia como enfermero asistencial; ¿cómo cree que debería enfocar el Proyecto HUGES sus actividades?
De mis respuestas está claro que el enfoque –y a mi parecer- de HUGES debería ir centrado más en la PERSONAS, en gestionar personas: acortando distancias entre las corbatas y los pijamas. No puede ser que los despachos estén con las “puertas cerradas”. Mal vamos si nuestros gestores no trabajan de una manera más humanizada. Yo necesito líderes y no jefes.
Entre TODOS no buscamos más que mejorar el sistema, en definitiva no debemos olvidarnos nunca de lo que nos ocupa: el cuidado de las personas.
Y aunque hay días en los que trabajar se te hace muy cuesta arriba porque estamos dejando de cuidar a personas para cuidar a “números”; son días, no son montañas. Mucho por hacer.